La realización del estudio se hizo con una muestra de casi 15000 personas adultas que no presentaban ninguna enfermedad o trastorno cardiovascular, siendo la media de la muestra de casi 52 años y en su mayoría mujeres. A lo largo de 8 años, se evaluó el estado de salud de todos los participantes, controlando otros factores de riesgo cardiovascular tanto de tipo biológico como de carácter psicosocial.

 Los resultados evidenciaron que las personas que siguen de manera continuada un tratamiento antidepresivo basado en fármacos tricíclicos presentan un riesgo cardiovascular futuro un 35% superior frente a las personas que no siguen este tratamiento, riesgo que sería independiente de otros factores clásicos de vulnerabilidad cardíaca, como sobrepeso, consumo de tabaco, etc. Por el contrario, el consumo de fármacos antidepresivos de tercera generación -como los ISRS (Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina)– no entrañan un incremento estadísticamente significativo de dicho riesgo.